Malas contrataciones, un paso más en la pobreza energética

Varios artículos han expuesto la baja efectividad de los recursos existentes para paliar las situaciones de pobreza energética. Recordamos que la pobreza energética se debe a tres factores principales: uno relacionado con los bajos ingresos, otro con el precio de la energía, y un tercero relacionado con el parque de vivienda. A mayores, detectamos una nueva variable que está logrando llevar a esta situación a miles de hogares: las malas contrataciones.

Desde que comenzó la escalada de precios en 2021 llevamos a cabo la campaña #FacturasImposibles para tratar de denunciar las situaciones derivadas de la subida de precios de la energía, y está desarrollada por trece entidades que trabajamos a diario con la vulnerabilidad energética. Normalmente tratamos de proponer medidas y soluciones probadas y factibles. Sin embargo, en el último año, nos estamos encontrando con un fenómeno que, aún siendo conocido, está resultando de un riesgo tremendo para las economías familiares. Se trata de las malas contrataciones.

Hasta hace unos años, estas decisiones podían suponer pagar un 20/30% más en nuestros suministros, algo que representaba entre 200 a 400€ en los casos más extremos. Actualmente, teniendo en cuenta esta realidad en los dos suministros principales sobre los que tenemos datos (el mercado eléctrico y el gasista) pueden suponer la ruina de una unidad familiar que desconoce el precio medio de los suministros, algo que vimos especialmente en 2021-22 con los precios de la electricidad y estamos viendo en 2022-23 con los precios del gas natural.

A día de hoy, observamos que existen precios de kWh en mercado eléctrico que sobrepasan los 0,30 €/kWh, lo que supone un gasto que viene a doblar la factura de cualquier vivienda convencional, ya que en el mercado eléctrico, exceptuando las familias con alto consumo eléctrico por ser su fuente de calor o de ACS, el consumo suele rondar los 2.527 kWh por hogar, 2.015 kWh para hogares en el mercado regulado y 2,787 kWh para los contratos en mercado libre.

Eso traducido a euros nos lleva que un «buen» contrato de electricidad, en el que vamos a obviar en parte el precio de la potencia (ya que su desviación tiene mucha menor incidencia en la factura final), puede tener una variación desde los 600 €, a unos precios máximos de unos 1.300 € si nuestra factura tiene una mala contratación con un precio del kWh que duplica o casi triplica la mejor oferta. Esa diferencia puede duplicar o incluso triplicar la cantidad de dinero que destinamos al suministro eléctrico, algo impensable en el suministro del agua.

Esa misma problemática está ahora afectando a los contratos del gas natural, ya que otros mercados de suministros de gasóleo de calefacción tienen una horquilla de precios mucho más pareja que la que nos encontramos en el mercado actual del gas natural. Ese problema ha empeorado por la gran cantidad de contratos fuera de las medidas de protección del Real Decreto 17/2021, recordamos que según los últimos datos disponibles el 70% del mercado de gas natural se encuentra en mercado libre, y por tanto, sujeto a posibles precios fuera del marco de protección del Real Decreto.
Esa situación, que para el mercado eléctrico suponía un gran incremento, supone una verdadera sangría para las familias y personas que tengan un precio alto fuera de la figura de protección.

El mercado del gas natural tiene tres tarifas principales:

  • R.L.1: Consumo de Agua Caliente Sanitaria (ACS) y muy poca calefacción (hasta 5.000 kWh)
  • R.L.2: Consumo de ACS y calefacción (entre 5.000 y 15.000 kWh)
  • R.L.3: Consumo de ACS y alto consumo en calefacción (entre 15.000 y 50.000 kWh)

En ese rango de consumo, si tenemos mal contratado nuestro suministro las diferencias de precios puede llevar a considerar prácticamente a cualquier familia como una familia en situación de pobreza energética, ya que el factor de contratación se desliga del tradicional «precio de la energía» para transformarse en una auténtica losa que puede arruinar a cualquier economía familiar. A mayores, las facturas del gas tienen una doble complicación que muchas familias desconocen, la factura puede ser estimada y lo que aún es peor, la factura puede ser de carácter bimensual.

Eso nos lleva a explicar de manera muy sencilla a qué nos podemos enfrentar como familia, o directamente, a qué nos vamos a enfrentar en estos meses si tenemos la siguiente sucesión de «malas contrataciones».

  • Hemos mantenido nuestro contrato de gas natural
  • No hemos sido conscientes de la nueva oferta
  • Se han actualizado precios a 1 de enero de 2023
  • No hemos facilitado la lectura del contador, ni han pasado a hacer la lectura desde la distribuidora

Estos pasos son bastante comunes y van a provocar que miles de hogares pasen de un gasto contenido por debajo de los 800€ anuales a un importe que va a triplicar o cuadruplicar la cantidad, llegando a límites de sobreendeudamiento en hogares en la tarifa R.L.3 de alto consumo, ya que la parte del consumo puede estar quintuplicando precios sobre ejercicios anteriores.

Una familia con una tarifa R.L.3 que hasta el año pasado pagaba unos 1.200 € por el suministro de ACS y calefacción de su vivienda, puede enfrentarse a un precio total de 6.000 €. Y eso puede ser aún peor para familias que estén utilizando modalidades como las tarifas planas, ya que se genera la falsa sensación de estar abonando mensualmente la factura y de que llegado el momento se realizará el cálculo anual. Ese cálculo, que normalmente suponía una pequeña variación a favor o en contra, en 2023 puede suponer una auténtica desgracia para miles de hogares que desconocen las condiciones reales del precio al que han firmado su contrato de gas natural. Al hablar de consumo de miles de kWh cada céntimo hará más pesada la losa y cada día que esas familias no estén dentro del mercado regulado se enfrentarán a facturas verdaderamente imposibles.

Esas situaciones de gastos imprevistos, ya que nadie piensa que los suministros domésticos excluyendo la vivienda puedan suponer entre 3.000 y 5.000 €, pueden llevar a generar una espiral de malas decisiones para pagar la deuda generada. Si estamos en esa situación, os vamos a proponer unos pasos a seguir para amortiguar en lo posible el golpe económico a vuestra economía.

Lo primero, saber qué tenemos contratado en ambos mercados: eléctrico y gasístico. Recordemos que 8 millones de hogares cuentan con suministro de gas natural y 28 millones con contratos eléctricos. De ellos, sólo están con la máxima protección los 1,2 millones en bono social eléctrico y los 2,3 millones que según la última información aportada desde el Ministerio se encontraban en la Tarifa de Último Recurso del gas natural.

Una vez que tengamos claro qué tenemos contratado debemos fijarnos en lo siguiente:

Factura de la luz:

  • Potencia: vamos a tener dos precios para la potencia, se suman y con eso conoceremos el precio del kW que pagamos. Recordad que es posible bajar o subir potencia en tramos de 0,1 kW y nuestro contador inteligente nos puede dar las lecturas del último año para poder tomar con buena información esa decisión. En el mercado regulado el coste suele ser mucho menor que en el libre, actualmente la suma de las dos potencia supone unos 27 €/kW/año, en el caso del mercado libre suele estar unos 10/15€ por encima, es importante tenerlo en cuenta si tenemos mucha potencia contratada o un consumo muy bajo.
  • Consumo: el precio de las opciones más económicas según el comparador de la CNMC está entre los 0,14 €/kWh y los 0,17 €/kWh, aunque existen muchos contratos con ofertas próximas o por encima de los 0,20 €/kWh. Es importante conocer el «precio de mercado» para poder comparar de manera adecuada. En el caso del PVPC en 2023 lleva una media de unos 0,17 €/kWh, con un mes de enero que resultó el más económico en los últimos 12 meses. Actualmente, el PVPC vuelve a ser una opción para domicilios con bajo consumo y está próximo a ser la mejor opción para muchas familias con un consumo en la media. Aún con todo, continua siendo una opción no recomendable para las familias que tengan consumo muy altos, ya que aún quedan opciones más económicas en el mercado libre. Evidentemente es la única opción para las personas beneficiarias de bono social eléctrico, que con los actuales precios y descuentos están viendo facturas realmente económicas.
  • Impuestos: actualmente el IEE (Impuesto Especial de Electricidad) y el IVA, IGIC o IPSI tienen poca relevancia en el total de la factura al estar prácticamente suspendidos.

Factura del gas:

  • Termino fijo: es el precio que se paga por tener una de las tres tarifas de las que hablamos anteriormente, será más cara a mayor cantidad de kWh requeridos. En la TUR tiene los siguientes precios regulados:
    • R.L.1: Menos de 5.000 kWh cuesta 5,03€/mes
    • R.L.2: Entre 5.000 y 15.000 kWh cuesta 9,52 €/mes
    • R.L.3: Entre 15.000 y 50.000 kWh cuesta 20,54 €/mes
  • Termino variable: es el que va a determinar el mayor coste y la mayor amenaza en caso de que tengamos una mala contratación, el gas natural se nos factura en kWh, y esos kWh se obtienen por medio de nuestro consumo en (lo que marca nuestro contador) y se multiplica posteriormente por un factor de conversión (que viene indicado en nuestra factura). Esos kWh en mercado regulado tiene ahora los siguientes precios:
    • R.L.1: 0,0703 €/kWh
    • R.L.2: 0,0675 €/kWh
    • R.L.3: 0,0653 €/kWh
  • Impuestos: actualmente el IEH (Impuesto Especial de Hidrocarburos) y el IVA tienen poca relevancia.

Actualmente, los precios más económicos que nos vamos a encontrar en mercado libre (según comparador de la CNMC) serán muy similares en las tres tarifas, con un precio que oscilará en casi 0,10 €/kWh, desde los 0,11 a los 0,21 €/kWh. Os recordamos que desde el 1 de enero de 2023 hemos llegado a ver precios de 0,30 y 0,36 €/kWh, algo que directamente puede suponer una factura de 5.000 € en ACS y Calefacción para una familia en R.L.2.

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